Sabed que
ya no hay noche
que no brilla la luz en las mesillas
y que el agua se apresta a ser bebida
cuando llegue el insomnio.
Sabed que el aire se hace denso
y que pesa en los hombros
y en la lengua
un millar de alfileres horadan la saliva
mientras riegan las calles
dos mil gotas de lluvia destilada.
Ya no hay noche.
En la desolación de los espejos
brilla un fuego concreto de metales
que aviva el desamparo de los números.
que no brilla la luz en las mesillas
y que el agua se apresta a ser bebida
cuando llegue el insomnio.
Sabed que el aire se hace denso
y que pesa en los hombros
y en la lengua
un millar de alfileres horadan la saliva
mientras riegan las calles
dos mil gotas de lluvia destilada.
Ya no hay noche.
En la desolación de los espejos
brilla un fuego concreto de metales
que aviva el desamparo de los números.
Maria Cinta Monteagut
4 comentarios:
No hay noche...
Será que me llevé algunas:):)
No conocía el poema, pero sí a la poeta.
Abrazos
A veces las noches y los días son uniformes,tanto que pasan desangelados y silenciosos sin que los notemos apenas.
Besos.
Qué bonito poema, se ve tristeza y desamparo, pero también un rinconcito donde algún día volver… amar. Un abrazo.
Un bellisimo poema José Manuel,
autora que gracias a tí acabo de conocer, gracias por compartirlo.
Todo un placer recibirte en mi humilde espacio, con tu permiso yo también me instalo en este especial rincón. Un cariñoso saludo Pilar.
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