Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.
El desamor no duele. Es visita esperada.
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.
Somos así, mortales
irremediablemente,
sin duda acostumbrados
a que todo termine.
que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.
El desamor no duele. Es visita esperada.
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.
Somos así, mortales
irremediablemente,
sin duda acostumbrados
a que todo termine.
Irene Sánchez Carrón
3 comentarios:
Acaso eso lo sepamos desde el nacimiento. Todo acaba...
Lástima que ese "todo acaba" casi nunca lo asociemos con la muerte.
Abrazos
Poema precioso
de una poetisa que no conocía,
un saludo
En verdad que es así.
De hecho nos levantamos cada día esperando su final.
Besos.
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