Qué nostalgia infinita nos acecha
ahora que las ventanas sólo son
rectángulos vacíos de cristal y madera
contra la densa niebla de la tarde
y el otoño ha llegado
tras esa larga enfermedad que es el verano.
Qué pobre este ahorrar para luego
sin saber para cuándo,
y que las cosas ya no sean,
sólo sirvan,
y que se cierren puertas para siempre,
y marcharme
con lo que quise haber dicho entre los labios
y cruzar la avenida
cuando cambien a verde los semáforos.
ahora que las ventanas sólo son
rectángulos vacíos de cristal y madera
contra la densa niebla de la tarde
y el otoño ha llegado
tras esa larga enfermedad que es el verano.
Qué pobre este ahorrar para luego
sin saber para cuándo,
y que las cosas ya no sean,
sólo sirvan,
y que se cierren puertas para siempre,
y marcharme
con lo que quise haber dicho entre los labios
y cruzar la avenida
cuando cambien a verde los semáforos.
Irene Sánchez Carrón
8 comentarios:
Y es que la vida pasa inexorable mientras permanecemos a veces tan anclados en lo inservible, que no la saboreamos a no ser que la nostalgia haga eco en nosotros.
Besos.
Dejar para luego,
quizás se haga tarde.
Un beso
Tenemos que beber la vida minuto a minuto sin dejarnos una gota en el vaso, por si acaso...
Hay que vivr la vida, segundo a segundo, sorbo a sorbo; profundo poema, sin duda.
Hay que tomar el tren cuando pasa por nuestra puerta, sinò lo hacemos, ese tren ya nunca volverà.
un abrazo
fus
Sólo sirvan...
Acaso eso es otra forma de vacío.
Me gusta el poema y la poeta
Abrazos
Cierto es que la esencia ,dormida en materialista y utilitarista conciencia , queda subordinada al prosaísmo de futiles demandas y ofertas.Cierto es que que moriremos inconclusos.Bella reflexión existencial.Tomo nota de la autora.Un abrazo.
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